¿No sería maravilloso que todos los demás nos trataran amablemente? ¿Cuántas veces al tener que tratar con una persona, por cualquier motivo que sea, te sientes disgustado por la manera en que se dirige a ti? Esto puede cambiar si entiendes un principio muy sencillo: los demás te tratarán de la misma manera que tú los tratas a ellos. Pero no basta con entender este principio: además debes esforzarte por poner en práctica las consecuencias del mismo.
Ésta es la causa de la desilusión de mucha gente, que cree que con haber captado un principio de la superación personal ya es suficiente, y, cuando no ven los resultados que esperaban, enseguida abandonan todo pensando que es inútil. Además de haber entendido los principios, que generalmente son muy sencillos, hay que ponerlos en práctica, y éste es el esfuerzo del que hablaba: la persistencia en la práctica diaria de los principios aprendidos.
Con respecto al tema que nos ocupa ahora, contesta la siguiente pregunta: si tu manera de relacionarte con las personas es, a cada uno que encuentras, tirarle una piedra, ¿qué piensas que harán los demás contigo? Obviamente, devolverte la piedra que les has tirado y, tal vez, agregar otra por cuenta propia. En este caso verás un ejemplo de que lo das es lo que recibes.
Piensa un poco: ¿qué es lo que arrojas a las personas que se encuentran contigo? O dicho de otra manera: ¿qué es lo que se desprende de ti cuando haces contacto con un semejante? Si lo que sale de ti es una sensación de rechazo y de disgusto, esto es lo mismo que la otra persona experimentará con respecto a ti. Lo mismo que damos es lo que recibimos. Y acá no cuentan solamente las palabras que digas, sino muchas otras cosas.
Existe un lenguaje que no es verbal, sino corporal. La expresión de la cara es muy importante en este lenguaje, aunque hay otros medios de comunicación no verbal, como la postura del cuerpo. Puedes verbalizar la frase "Buenos días", pero lo que importa no son las palabras (o no solamente las palabras), sino la forma en que lo dices y tu expresión facial en ese momento. Lo que dices sin hablar puede contrarrestar completamente las palabras que pronuncias.
Muchas personas desconocen por completo este aspecto de la comunicación humana, fiándose por entero de las palabras que dicen, y después no entienden los resultados que se producen. ¿Cómo--se preguntan--si yo lo saludé amablemente, me contesta de esa manera? Es que lo que importa no es lo que se dice, sino cómo se lo dice. La actitud revela más que las palabras, y la gente lo que percibe es la actitud y no las palabras.
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