Crecemos en un ambiente social que nos estimula a pensar que no somos dueños de lo que sentimos, pero en realidad no es así. Tus sentimientos son una reacción física que experimentas como una consecuencia de tener un pensamiento. Tus pensamientos, ya sean sobre ti mismo, sobre otras personas o sobre el mundo inanimado, son siempre de tu exclusiva competencia.
Nadie puede obligarte a pensar sobre un determinado asunto o de determinada manera. Dentro de tu cabeza, tú eres el único que manda; nadie puede entrometerse con tus pensamientos. Salvo los casos especiales de técnicas psicológicas como el lavado de cerebro o el hipnotismo, tú decides sobre qué y cómo prefieres pensar.
Los sentimientos no aparecen por sí solos; son provocados por objetos o hechos que te llegan a través de percepciones, ya sea desde el exterior o desde tu interior. Tú percibes algo que ocurre dentro o fuera de ti, o algún objeto del mundo que te rodea. Esa percepción provoca un pensamiento que a su vez provoca un sentimiento. Esta es la cadena que debes tener presente si quieres controlar tus sentimientos.
Si no tuvieras la percepción de un hecho no podrías sentir nada al respecto. Supongamos que la noticia de la muerte de una persona amiga te entristece; si no te hubiera llegado esa noticia, la tristeza no hubiera tenido lugar. Pero además hay que tener en cuenta que, por lo general, a la percepción en sí le añadimos nuestra propia opinión o conclusión (el pensamiento). Esa conclusión es la que provoca el sentimiento.
Algunas personas creen que los sentimientos pueden aparecer espontáneamente sin necesidad de que ocurran las tres etapas que he explicado. Esas personas dicen, por ejemplo, "Hoy me levanté enfadado", o triste, o alegre o lo que sea. El motivo de que opinen de este modo es que nunca se han preocupado de controlar sus pensamientos y por lo tanto no saben que era lo que pensaban en un momento determinado. Si se preocuparan de indagar en su mente, encontrarían la causa de su enfado, tristeza, etc.
Debemos admitir que nadie está permanentemente alegre o triste o enojado; los sentimientos van y vienen aunque en ciertas personas algunos ocurran con más frecuencia que otros. Hay personas que están tristes la mayor parte del tiempo y otras en cambio están contentas. Pero no hay nadie, por más alegre que sea, que esté todo el tiempo alegre, ni ningún triste que no abandone en algún momento su tristeza.
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