Además de las conocidas formas de comunicarnos: la voz y la escritura, existen otras entre las que se cuenta el lenguaje corporal, a veces llamado "el lenguaje sin palabras." Este consiste en la transmisión de un mensaje a través de varias actitudes corporales, como pueden ser: la postura general (si uno está erguido o inclinado), el color de la tez (normal, pálido o sonrojado), los movimientos de los pies y de las manos, etc. Los mensajes que se transmiten son generalmente sobre el estado anímico de la persona; si ésta se siente segura y confiada, adoptará una postura que será diferente de la que tendría en caso contrario. Si una persona tiene temor, palidecerá; puede enrojecer, en cambio, de cólera o de vergüenza.
Ocurre a veces que estas señales corporales nos "traicionan": queremos expresar tranquilidad pero, sin darnos cuenta, un nervioso golpeteo con los dedos le dice a la otra persona que no estamos tan tranquilos como nuestras palabras indicarían. Una persona nos está hablando y de repente nos acusa de no estar prestando atención. Respondemos que sí lo estamos haciendo, pero la manera de sentarnos demuestra lo contrario.
Podemos preguntarnos porqué en ciertas ocasiones el lenguaje verbal va en un sentido y el lenguaje corporal va en otro. La respuesta es que el lenguaje corporal es inconsciente en la mayoría de las personas, ya que sólo a través del entrenamiento se consigue controlar tanto el lenguaje hablado como el lenguaje corporal. La mayoría de las personas no tiene un grado de conciencia de su cuerpo suficiente como para controlar lo que éste dice.
Al ser inconsciente el lenguaje corporal, está revelando lo que realmente pensamos. En el progreso de la evolución, el lenguaje hablado apareció luego que el lenguaje corporal. Los animales, que no hablan, se comunican solamente a través de este último. Cuando se encuentran dos perros, no se hablan; se comunican a través del lenguaje de sus cuerpos. Es por esto que el lenguaje corporal tiene preponderancia sobre el lenguaje verbal.
Si una persona te habla cortésmente y al mismo tiempo agita su puño cerrado delante de tu cara, a lo que vas a hacer caso es a este gesto y no a lo que te diga. Esto es así porque inconscientemente vas a suponer que ese gesto representa su real forma de sentir y no lo que te está diciendo. Esto es correcto en la mayor parte de las personas; si su actitud hacia los demás es de hostilidad, ello se traslucirá a través de la capa de urbanidad que representan sus palabras.
Por lo tanto, para evitar que los demás te traten con hostilidad, lo primero que tienes que hacer es eliminar la hostilidad dentro de ti mismo, porque, aunque quieras disfrazarla con bonitas palabras, la gente hará caso a lo que realmente sientes y que se percibe a través de tu lenguaje corporal. Y si lo que perciben es hostilidad, entonces es hostilidad lo que vas a recibir a cambio.
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