Los hábitos de los que hay que tratar de librarse son aquellos que podemos llamar malos hábitos porque nos perjudican en nuestra posibilidad de ser más felices. Por ejemplo, ante una situación que te afecta negativamente, por ejemplo salir mal en un examen o una prueba para un trabajo, tu reacción puede ser lamentarte y quejarte de que el que te tomó la prueba no fue justo en su evaluación. Si miras hacia atrás, puedes comprobar que siempre que te ocurrió algo parecido, reaccionaste de la misma manera, con lamentaciones y quejas.
Se pone así en evidencia la existencia de un hábito o, en términos más técnicos, un patrón de conducta, que quiere decir lo mismo; cada vez que ocurre la situación A, reaccionas de la forma B, que puede ser buena o mala dependiendo de adónde quieras llegar. Si lo que quieres es seguir como estás, las lamentaciones y las quejas son una buena respuesta. Si lo que quieres es mejorar, no lo son.
Si tu intención es cambiar para mejor, ante una situación como la que he descrito, una buena respuesta es tratar de ver qué es lo que hiciste que pudo haber influido en el resultado adverso de la prueba o examen. Entonces puedes plantearte la conveniencia de cambiar el hábito de quejarte por el hábito de analizar las razones de tu fracaso, lo que seguramente aumentará tu posibilidad de ser feliz dado que en el próximo examen tendrás mas posibilidades de salir bien.
No siempre resulta fácil cambiar de hábitos, pero a veces no queda más remedio. Los hábitos son conductas arraigadas profundamente a fuerza de años de estar practicándolas, pero en el caso de los malos hábitos existe un límite en el perjuicio que te puedes hacer a ti mismo. Llega un momento en que la realidad se impone y hasta tu mismo cuerpo, a través de las enfermedades psicosomáticas, te indica que no puedes seguir comportándote de la misma manera.
Si repetidamente experimentas dolores de cabeza, dolores de espalda, úlceras, hipertensión, urticaria, erupciones o calambres, y los médicos no encuentran una causa para tus padecimientos, debes preguntarte qué es lo que estás haciendo para que tu cuerpo te reclame a través de esos medios. En ocasiones estas dolencias se curan simplemente a través de un cambio de hábitos de la persona que las sufre.
Actitudes tales como vivir recordando un pasado que no puede volver o esperando un acontecimiento que nunca llegará, lamentarse por cosas que hemos hecho y que no tienen ya remedio, desear cosas sin hacer nada por conseguirlas, son malos hábitos que pueden ser reemplazados por conductas más positivas. El trabajo de hacerlo nunca será fácil dado que hay que luchar contra costumbres de muchos años, pero ciertamente los resultados harán que valga la pena intentarlo.
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