La superación personal implica estar abierto a la posibilidad del cambio, no encasillarse ni encasillar a los demás. El encasillamiento es una manera de rehuirse a las experiencias nuevas, de seguir siempre en la vieja rutina. El encasillamiento se consigue poniéndose etiquetas a sí mismo y poniéndoselas a los demás.
Las distintas etiquetas que una persona se puede aplicar a sí misma se refieren a sus características físicas, su carácter, su conducta social y sus hábitos. Todos tenemos una idea de lo que somos y cómo nos comportamos; esto es lo que se engloba en el concepto de sí mismo, el cual no tiene nada de malo y puede coincidir con la realidad. El problema se presenta cuando se usa el concepto de sí mismo para privarse de experiencias que podrían enriquecernos.
Por ejemplo, puedes opinar de ti mismo: que eres tímido o nervioso; que eres bueno para la música y malo para las matemáticas; que eres sano o enfermizo, gordo o delgado; que eres descuidado o meticuloso; que eres un aburrido o un solitario. Cualquiera de estas cosas puede ser verdadera o falsa, y en tanto no te perjudiquen puedes seguir pensando lo que quieras. Cuando se produce un conflicto, tienes que analizar si es verdadera o no la etiqueta que te has o te han adjudicado.
Supongamos que de niño tenías un pianito de juguete y un tío que te escuchó tocarlo dictaminó que no servías para músico. A partir de ahí nunca te acercaste a un instrumento musical. Ahora que ya eres adulto, si no tienes nada mejor que hacer, bien podrías tratar de ver si el tío estaba equivocado y consigues aprender a tocar algún instrumento.
Pueden ocurrir otros casos más importantes como, por ejemplo, que en el trabajo te propongan un ascenso si te trasladas a otra ciudad. Si tú eres del tipo de persona que prioriza la seguridad de lo conocido, que come siempre la misma comida, usa siempre la misma ropa, lee siempre los mismos diarios, perfectamente puedes negarte a que te asciendan con tal de no abandonar lo que ya conoces.
Hay personas que evitan sistemáticamente explorar lo desconocido y abrirse a nuevas experiencias, recurriendo a las etiquetas que llevan pegadas. Pueden decir "Yo soy así, siempre he sido así y no voy a cambiar" para negarse a considerar siquiera la posibilidad de emprender actividades diferentes de las que siempre han hecho. Por supuesto que si una persona tiene una constitución débil no es conveniente que se inscriba para correr en una maratón, con el pretexto de vivir algo nuevo.
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