Todo cambio de vida significa cambiar unos hábitos por otros. Se ha dicho y repetido que el hombre es un animal de costumbres, por lo que no está de más estudiar un poco en qué consiste esto del hábito. Cuando recién llegamos a la vida y tenemos todavía todo por delante, no tenemos hábitos con los que contar o que nos estorben para algo. Los hábitos se van desarrollando a medida que vivimos, ya que un hábito es simplemente una forma predeterminada de actuar en una cierta situación.
Los hábitos tienden, simplemente, a ahorrarnos el trabajo de pensar. En nuestra vida diaria hay todos los días situaciones en que tenemos que realizar actividades que ya las hemos realizado infinidad de veces, que van desde ponernos o sacarnos la ropa, a actividades más complejas como conducir un automóvil. No sería posible que tuviéramos que pensar cómo realizar cada una de estas actividades, por la sencilla razón de que no nos alcanzaría el día para hacer todo lo que tenemos que hacer. Entonces estas actividades "habituales" las realizamos automáticamente sin pensar. Lo mismo ocurre con conjuntos de actividades, como pueden ser las necesarias para sacarme de la cama donde estuve durmiendo y ponerme en la oficina donde tengo que trabajar.
Cuando vas recorriendo el camino de la vida, vas experimentando situaciones viejas y nuevas. Una situación vieja es una en la ya que has estado antes; una nueva, aquella en la que nunca te has encontrado. Ante cada situación es lógico que te preguntes cómo vas a reaccionar, dado que el hombre no tiene, como los animales, el instinto que le indica qué hacer en cada momento. Resulta agotador, ante cada situación, tener que estar pensando qué se va a hacer. Entonces tendemos a repetir aquellas conductas que, en ocasiones anteriores, nos han dado buenos resultados o, por lo menos, nos han permitido salir no tan mal del paso. De esta manera se va constituyendo un hábito.
Una de las decisiones que tiene que tomar el hombre más a menudo es con respecto al uso de su tiempo, en lo que puede disponer de él. Tomemos el caso del tiempo libre, aquel en que no tienes obligatoriamente que dedicarte a ganarte la vida o cumplir otras tareas que te imponga tu etapa de vida como puede ser el estudio. Llega un fin de semana y tienes que decidir qué hacer en él. Cuando no estás en un momento en que el desarrollo te brinde nuevas posibilidades, las que tienes son bastantes conocidas. Al cabo de varias pruebas, te decides por una de ellas y ésa es la eliges de ahí en más como tu actividad de fin de semana.
Los hábitos son generalmente influidos por las tendencias, es decir, por las características de nuestra personalidad que ya traemos al nacer. Mientras que una persona puede tener el hábito de sentarse a leer, otra puede tenerlo de salir a bailar. Cuando de cambiar hábitos se trata, hay que distinguir bien qué es lo que puedes cambiar y qué es lo que representa una tendencia profunda de tu personalidad. No debes ir en contra de tu personalidad por que el fracaso es casi seguro. Debes, en cambio, intentar conocer lo más que puedas de tu personalidad y sacar el mejor partido posible de ella.
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