Es común encontrar personas que viven angustiadas por lo que les puede deparar el futuro. Otras personas parece que vivieran en el pasado: solamente se dedican a rememorar acontecimientos que ya ocurrieron. Ambos tipos de personas tienen en común que evitan o no se dan la posibilidad de vivir en el presente.
Vivir en el presente significa que debo prestar atención a lo que está ocurriendo aquí y ahora. Prestar atención es la condición para la acción, para obrar. Difícilmente puedas emprender una acción con respecto a algo si primero no te das cuenta de que ese algo existe. Por ejemplo, si está lloviendo y tú no te das cuenta, no se te va a ocurrir llevar un paraguas cuando salgas.
Poder obrar conforme a las circunstancias es la clave para tener una oportunidad de que las cosas te vayan bien, porque de lo contrario estás a disposición de lo que la suerte depare para ti. Si vives en el presente, puedes actuar sobre el mismo y así tener la oportunidad de que te vaya mejor.
La persona que vive angustiada por lo que le pueda deparar el futuro disminuye su capacidad para ocuparse del presente y, a cambio de eso, no consigue mejorar su situación. Ello es así porque el futuro es en gran medida imprevisible. Puedes prever el futuro pero solamente hasta un cierto punto. Tus mejores previsiones pueden quedar inutilizadas por acontecimientos que están fuera de tu control.
Una vez que has previsto lo que puedes prever y has tomado las medidas que puedes tomar, ya no tiene sentido seguir preocupándote por lo que pueda pasar. Si ya has hecho todo lo posible, dedica tu atención a otras cosas. Cuando la ocasión así lo indique, ya sea porque ha pasado un determinado período o porque cambios en las circunstancias lo hagan conveniente, puedes volver a considerar el asunto y ver si debes cambiar alguna de tus previsiones.
Otras personas se rehúsan a vivir en el presente porque consideran que fue mejor el pasado. Mientras que la consideración de lo que es mejor o peor es algo mayormente subjetivo, lo cierto es que el pasado ya pasó y no hay manera de hacer que vuelva a ocurrir. Si te obstinas en rechazar el presente con todos los inconvenientes que pueda tener, te privas de aprovechar las cosas buenas que contenga. Nada es completamente bueno o malo del todo, y siempre se puede encontrar algo bueno de que disfrutar. La energía empleada en defender el pasado y aborrecer el presente, la podrías emplear en buscar lo positivo que puedas encontrar en tu circunstancia actual y te evitarías una situación conflictiva que solamente puede contribuir a provocar tu infelicidad.
Aún otro grupo de personas parece que constantemente está esperando que ocurra algo para entonces tener la oportunidad de ser feliz. Estas personas tampoco viven en el presente porque siempre están esperando que algo ocurra. Podríamos compararlas con aquel que juega a la lotería y siempre está haciendo planes para cuando gane el gran premio. Cuando esa circunstancia se dé, entonces podrá llevar a cabo las grandes cosas que tiene planeadas. Mientras tanto, la vida va pasando y se pierde la oportunidad de hacer las pequeñas cosas que están a su alcance ahora.
En conclusión, el presente es lo único de que disponemos. El pasado ya pasó y el futuro está por venir. Hay que prestar atención al presente para ver qué es lo que tenemos que hacer ahora y para aprovechar lo que podamos disfrutar ahora.
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